Segundo domingo de Adviento 2021

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Cada hombre verá la salvación de Dios

Luca 3, 1-6

La palabra de Dios habita el desierto y hombres silenciosos.

«Dios es soberanamente indiferente a lo que el hombre constuye, pero por amor al hombre envía su palabra a los hombres no contaminados por la civilización, y su palabra los convierte en gestores del porvenir» (Giovanni Vannucci).

«El sabio cuanto menos trabaja más crea», dice la tradición del Tao.

La encarnación acontecerá en el vientre de una mujer que no trabaja, no-conoce-hombre. La virginidad fecunda es precisamente el misterio de un vacío habitado, la disponibilidad de ser visitado en la inacción.

El desierto – al que se refiere el texto de Lucas es un no-lugar, experiencia existencial, en que todo es reducido al silencio, y por lo tanto a una posibilidad de escucha. Y aquí el Bautista bautiza, es decir, invita a la consciencia de sí. Pide el coraje de descender (simbolizado con la inmersión en el agua) en el propio mundo interior, con el fin de ascender a la vida plena, a la posibilidad de vivir un principio de renacimiento (emersión del agua). Solo quien conoce su proprio mundo interior podrá conocer a Dios y al mundo fuera de sí mismo. «Conócete a ti mismo, y te conocerás a ti mismo y a Dios» rezaba la inscripción en el templo de Apolo en Delfos.

Y será solo en este proceso de muerte-renacimiento, que se experimentará el perdón de los pecados. Si se realiza el gran viaje interior, si frecuentamos el desierto en nosotros mismos porque ha caído ahora todo punto de apoyo, hecho de imágenes, deseos, ilusiones, en el que esperábamos la salvación   entonces llegaremos al contacto con el Dios en nosotros, haciendo así experiencia de aquel Amor capaz de destruir el pecado, la propia derrota existencial.

Será este el momento en que «todo hombre verá la salvación de Dios».

Es muy hermoso que ahora estemos invitados a ver la salvación, y ya no a deber hacerla. Estamos salvados, no debemos salvarnos.

El amor llega siempre al amado, en cualquier parte que se encuentre, incluso en el infierno, y siempre de manera gratuita. Y el amor nos llegará como un acontecimiento de belleza, para ser visto, para acoger. Y aún es más hermoso que el texto diga: todo hombre podrá ver esta salvación. Precisamente todo hombre, de toda o ninguna religión, de toda latitud y cualquier tiempo.

Tomada de las Homilías del sacerdote Paolo Scquizzato

 


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