La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra

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El sepulcro es el lugar donde quien entra no sale.
Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros,
para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia
que había sido clausurada, tapándola con una piedra.
Él, que quitó la roca de la entrada de la tumba,
puede remover las piedras que sellan el corazón.
Por eso, no cedamos a la resignación,
no depositemos la esperanza bajo una piedra.
Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel,
no nos ha dejado solos, nos ha visitado
y ha venido en cada situación: en el dolor,
en la angustia y en la muerte.
Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro,
y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida.
Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza,
no te rindas: Dios es más grande.
La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra.
Ánimo, con Dios nada está perdido.

Papa Francisco


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