Tercer Domingo de Adviento 2020

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TU, ¿QUIÉN ERES?

Juan 1, 6-8.19-28

Se le pregunta al Bautista: «Tú, ¿quién eres?» (v. 19), y él responde, por tres veces: «yo no soy». ¡Espléndido! Nosotros somos lo que no somos.

El riesgo es creer ser lo que pensamos ser o bien lo que los otros piensan – o quieren– que seamos. Llegar a definirnos más allá de nuestros nombres, de nuestros delirios de omnipotencia, de nuestros sueños, de nuestras frustraciones, y de todas las expectativas puestas en nosotros por los demás, es alcanzar finalmente la verdad de nosotros mismos.

Juan es simplemente el testigo, llamado a hacer brillar ante él ‘otra’luz. En efecto, él no es ‘la luz’. Siempre desconfiamos de aquellos que se consideran ‘iluminados’. El germen de toda dictadura.

El testigo es aquel que está llamado a hacer brillar “otra” luz, no la propia. Por esto Juan llega simplemente a definirse como ‘voz’. No dice “soy la Palabra”, sino ‘voz’, a través de la cual se puede decir la Palabra. Él está al servicio de la Palabra.

La voz sin palabra es ‘sin sentido’, la Palabra sin voz es ‘muda’.

He aquí quién es el Bautista: Voz que grita la Palabra o el Evangelio. Juan, como los profetas de siempre, son aquellos que tienen la tarea de despertar las conciencias, que claman que no podemos resignarnos a la injusticia, que es necesario optar por soluciones capaces de contribuir a salir de la lógica del poder, que el hombre está hecho para otra cosa, para la verdad, y la verdad tiene siempre que ver con la libertad y la justicia.

Hoy como ayer, cuando la verdad es condenada a muerte, se levanta de nuevo de las propias cenizas y camina hacia adelante.

Si los profetas son asesinados no mueren, se vuelven más fuertes.

Tomado de las homilías de padre Paolo Scquizzato


A los hambrientos los llenó de bienes,
a los ricos los despidió con las manos vacías.
Luca 1,53

 


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