Solemnidad de Jesu Cristo Divino Maestro 2018

sor Anna Maria Parenzan, Superiora general fsp

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Alexandria, 26 de octubre de 2014
Solemnidad de Jesucristo Divino Maestro

A todas las hermanas

Muy queridas hermanas:

Con ocasión de la Solemnidad de Jesucristo, Divino Maestro, deseo dirigirme a ustedes para hacerles llegar los más afectuosos saludos también en nombre de las consejeras y de las hermanas de esta extensa provincia de Estados Unidos, que desde más de un mes, estamos visitando. Para nosotras es motivo de alegría y consolación constatar en cada comunidad, un fuerte sentido de pertenencia, un profundo amor a la vocación paulina y mucha creatividad apostólica. Transcurriendo muchas horas de espera en los atestados aeropuertos estadounidenses me  ha venido el deseo de compartir con ustedes, en el año dedicado a Maestra Tecla, algunas reflexiones sobre la relación personal que esta nuestra queridísima Madre vivía con el Maestro Divino.

Maestra Tecla era literalmente fascinada por la invitación, siempre reafirmada por el Fundador, de llegar a la unión con Él, a los más altos grados de oración, al «ya no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mí» (CSAS 154/1). Las notas espirituales revelan trazos significativos de este camino de conformación: «Vivir la unión con Dios como san Pablo: “Mi vivir es Cristo”. Hacer todo por él, con él y en él» (junio de 1963). «Estar unida a Jesús. Pensamientos que sean los suyos, voluntad la suya. Amar a Dios (al Padre) sobre todas las cosas, para él y por él y en él. Sacrificio por las almas». «Imitar a san Pablo en su unión con el Maestro Divino: “¿Quién me separará de la caridad de Cristo?”». «Hoy, más intensidad de vida con Jesús Maestro. Todo con él: unidad». «Estar unida al Maestro Divino. Aprender de la santa Familia el silencio interno y externo». «Vivir la intimidad con el Maestro Divino: mente, voluntad y corazón y obras, sentidos, manos, pies, ojos, oídos, todo por él y con él…» (enero 1963). La aspiración a la unidad la llevaba a compartir los sentimientos y la compasión de Jesús, con el deseo que el Evangelio llegue a todos «con los medios más rápidos y eficaces», es decir con todos los lenguajes y las formas de la comunicación.

En toda su persona se transparentaba la atención amorosa al Maestro Divino viviente en ella. El sacerdote paulino padre Domenico Spoletini así testimoniaba: «Estábamos en el tren, con el Fundador, en Viña del Mar (Chile) dirigidos a Valparaíso para visitar la casa de las Hijas de San Pablo. Ante nosotras, en el asiento, anterior estaban Maestra Tecla y sor Julia Toschi. A un cierto punto don Alberione, indicándome a Sor Tecla me dijo: “Ves a la Primera Maestra, se ha dado totalmente a Dios con dedición absoluta. En ella no existe una sola fibra de su organismo espiritual que no sea ordenada según la razón del Espíritu”».

Maestra Tecla era fiel intérprete de aquella mística apostólica que nos hace contemplativas en acción y activas en la contemplación. Nos han enseñado que seremos apóstoles cuando nos apropiemos del alma apostólica del Maestro: de hecho, la devoción a Jesús Maestro, implica toda la vida, orienta el apostolado y se transforma en proyecto espiritual para el pleno desarrollo de la vida de fe.

Esta nuestra madre nos obtenga la gracia de poder vivir una íntima relación con Él y entre nosotras, abriendo el corazón a los pueblos a los cuales estamos mandadas, a los hombres y mujeres de hoy que a menudo viven en el desierto espiritual y están sedientos de luz, de esperanza y de paz. Recordamos a todas las familias y especialmente a la Iglesia de Pakistán que acaba de celebrar una jornada de ayuno y oración por Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia. Hagamos nuestro el apremiante apelo del Papa: «No podemos resignarnos a pensar en el  Medio Oriente sin los cristianos, no podemos resignarnos a la progresiva erradicación de personas que durante dos mil años confiesan el nombre de Jesús».

Confiemos al Señor nuestras hermanas, especialmente de Pakistán, Sudán del Sur y Venezuela, que sufren y trabajan intensamente para que la justicia, la paz y la reconciliación triunfen en los corazones.

Deseo que podamos vivir una jornada de “Familia”, en la cual percibamos nuestra vida implicada en la vida del Maestro y en Él nos reconozcamos hermanos y hermanas, en camino hacia el único Padre.

Con mucho afecto.

sor Anna Maria Parenzan
Superiora general


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