Primer Domingo de Adviento de 2020

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Vivir ‘vigilantes’ no permite morir

«Estén atentos, vigilen, que no los encuentren dormidos». Esta es la urgente invitación de Jesús. Quien vive dormido en esta vida, lo estará siempre. Incluso después de la muerte.

Vivir ‘despierto’ no permite morir, porque se es consciente, de la propia tarea existencial, es decir, deber de realizarse, llevar a la luz, renacer a la plenitud de sí mismo. Vivir ‘despierto’ es ser consciente en definitiva que la vida nos ha sido dada para llevarnos a cumplimiento.

En el Evangelio la palabra verdad traduce el término griego aletheia. Literalmente significa: ‘fuera del letargo’, (lèthê: olvido), fuera del olvido, del sueño invencible. Por lo tanto quien vive una vida ‘verdadera’, vive conscientemente, responsablemente, despierto, en un estado de continua atención. Vigilar quiere decir tener los ojos abiertos. Los buhos, con sus grandes ojos, ven claramente incluso en la noche.

Esta es la vigilancia a la que nos llama el Evangelio: es decir, ver en la noche lo que los demás no ven. Percibir una Presencia también donde todo parece envuelto en la oscuridad, un significado donde todo parece no tener sentido, un amor incluso donde todo parece enemistad y odio.

De hecho, el Evangelio nos llama a algo más aún: al deber de percibir la Presencia en los presentes al lado nuestro. Porque ahora nuestro Dios está presente en el otro que está a mi lado.

Tomado de las Homilías de padre Paolo Scquizzato


Despierta tu poder
y ven a salvarnos.
Salmo 79,3

 


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