Mensaje final 2020

37° ENCUENTRO DE LOS GOBIERNOS GENERALES DE LA FAMILIA PAULINA

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XXXVII ENCUENTRO DE LOS GOBIERNOS GENERALES DE LA FAMILIA PAULINA

LOS LAICOS EN LA FAMILIA PAULINA PARA LA MISIÓN.
LOS COOPERADORES PAULINOS

 

Queridos hermanos y hermanas de la Familia Paulina:

Al concluir el ya tradicional Encuentro anual de los Gobiernos generales nos dirigimos a vosotros para compartir algunas luces que hemos recibido en estas jornadas, vividas en un clima de gozo y de fraternidad, tomando a pecho el crecimiento del espíritu de Familia. Hemos percibido que, de algún modo, estabais todos aquí con nosotros, pero en particular hemos experimentado la preciosa “presencia” de vosotros, Cooperadores Paulinos, que habéis sido el centro de nuestra reflexión. La celebración de vuestro Centenario fundacional en 2017/2018 ha hecho tocar, a toda la Familia Paulina, la gran vitalidad que viene de los laicos que han reconocido y abrazado en sus vidas el carisma trasmitido por el beato Santiago Alberione; y nos ha hecho comprender la urgencia de revisitar esta vocación que enriquece de modo único nuestra diversificada Familia.

En nuestro trabajo hemos sido sapientemente guiados por la Comisión intercongregacional de Familia Paulina, a la que damos las gracias por la preparación de estas jornadas y la capacidad de involucrar activamente a todos los presentes.

El P. Valdir José De Castro, Superior general de la Sociedad de San Pablo, nos repropuso una provocación del papa Francisco que, en una carta al card. Marc Ouellet sobre el tema del compromiso de los laicos en la vida pública, escribió: «“Es la hora de los laicos”, pero parece que el reloj se haya parado». Nos hemos dejado interpelar seriamente sobre la verdad de esta afirmación en nuestra realidad de Familia y, en un clima de revisión, de apertura y de proyectualidad, hemos reconocido la llamada a una “conversión”, que requiere pasos concretos en la dirección de una valorización del laicado en nuestra Familia, en la Iglesia y en el mundo de hoy, en sintonía con el pensamiento de nuestro común Fundador.

La reflexión de estos días se ha puesto en continuidad con un recorrido comenzado ya en 1988 y que por tres años vio a nuestros Gobiernos generales reunidos para afrontar la temática de los laicos en nuestra Familia: la Hna. María Paola Mancini, pddm, que vivió personalmente aquellos encuentros, nos los relató con pasión. Hemos hecho también memoria de la historia carismática de los Cooperadores Paulinos, mediante el aporte del P. Giancarlo Rocca, ssp.

En el sendero recorrido hemos vuelto a las raíces bíblicas al encuentro del apóstol Pablo y de sus colaboradores, introducidos por don Romano Penna, uno de los mayores expertos de san Pablo en Italia: «…en la propia actividad apostólica Pablo no procedió nunca solo. […] Dada la variedad y riqueza del contributo de los compañeros de Pablo a su misión, resulta claro que ellos desempeñaron un rol importante en sus actividades, e incluso las Cartas paulinas no fueron empresa del todo individual. En realidad, estos misioneros merecen una gran atención, y nada quita a la grandeza del Apóstol poner en mayor relieve a aquellos con quienes él ejerció su ministerio y que él gustaba elogiar llamándoles sus colaboradores».

Y es asimismo Pablo quien nos propone la visión de una eclesiología de comunión, que valora la común llamada a la santidad, perfectamente asonante con la propuesta no solo por el concilio Vaticano II sino también por el papa Francisco: «En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cfr Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados» (EG 120).

Hemos tenido primorosos compañeros de viaje que nos han contado algunas experiencias de cómo hoy algunos laicos comparten el carisma de una Familia religiosa: Nunzia Boccia de la Familia de Murialdo, Donatella Acerbi de la Familia Pallottina y Antonio Boccia, de los Salesianos Cooperadores. Y la presencia de los Delegados de los Cooperadores Paulinos provenientes de diversas naciones: el P. Guido Colombo, ssp, y la Hna. Pina Riccieri, fsp, de Italia; la Hna. Virginie Kiz-Kasong, pddm, del Congo; la Hna. María de los Ángeles Sejio, hjbp, de Argentina y el aporte de la Hna. Ninfa Becker, fsp de Brasil. Enriquecedora e indagadora resultó la escucha no sólo de las experiencias sino también de cuanto esperan y sugieren los mismos grupos de Cooperadores, para poder vivir de modo cada vez más pleno y maduro la pertenencia a nuestra “admirable Familia”.

Un ulterior “aliado” en este recorrido fue el “derecho canónico” que, con la ayuda del P. Priamo Etzi, ofm, nos procuró un mapa claro de la dirección a seguir: valorar la coparticipación del carisma –reconocido como el centro unificante de la Familia Paulina– exige detenerse a redefinir la modalidad de relación entre las diversas “ramas” que la componen, y en particular reconsiderar la relación entre los Institutos religiosos y la Asociación laical, o sea los Cooperadores.

Todo ello nos lleva a reconocer la urgencia de un “paso” significativo: una clarificación de la identidad de los Cooperadores Paulinos, en ámbito carismático, institucional y organizativo, con vistas también a una nueva redacción del Estatuto, que tenga en cuenta el camino hecho hasta ahora en la Iglesia y en nuestra Familia. A tal fin será necesario comenzar un proceso, que deseamos vivir en un estilo sinodal.

Estamos concienciados de que se trata sobre todo de adquirir una mentalidad que nos lleve a todos –religiosos y laicos– a pensar, orar, formarnos y realizar la misión JUNTOS, uno al lado del otro, poniendo al centro nuestro común carisma y valorando –no anulando– las especificidades de cada una de nuestras realidades y consiguientemente de las diversas vocaciones. Mucho cabe revalorar de lo que ya está silenciosamente creciendo y que aguarda solo ser reconocido.

Claro que es un camino a recorrer: pero, como dice el poeta español Antonio Machado, «Caminante, no hay camino; se hace camino al andar». O, dicho con el papa Francisco, se trata de «[…] abrir procesos, más que de ocupar espacios. Dios se manifiesta en el tiempo y está presente en los avatares de la historia. Esto lleva a privilegiar las acciones que crean dinámicas nuevas. Y requiere paciencia, espera».

Así pues, juntamente con vosotros, sigamos dando paso tras paso, con la mirada que se atreve a mirar lejos.

Ariccia, 13 de enero de 2020

LAS Y LOS PARTICIPANTES
EN EL XXXVII ENCUENTRO DE LOS GOBIERNOS GENERALES
DE LA FAMILIA PAULINA


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