María Madre de Dios 2017

Francesca Pratillo, fsp

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« ¿Quién es mi madre?»

Un día Jesús hizo una pregunta: « ¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?». ¡Los que escuchan la Palabra y la conservan! (cfr. Mc 3,33; Lc 8,21). Esta respuesta lanza luz sobre la actividad contemplativa que edifica el mundo y genera vida: hace florecer el desierto, enciende sonrisas, consuela los corazones, abre caminos y construye puentes. Todos estamos a la escucha y a la custodia de la palabra creadora de Jesús.

Pero dejémonos llevar un poco por la curiosidad: ¿quiénes son los que en primer lugar, después de Maria y José, han cruzado (o atravesado) la tienda de la familia de Jesús? He aquí: con sus ojos contemplan las estrellas, con el corazón conservan el Misterio. Sí, son los humildes y valerosos pastores de Belén (cfr. Lc 2,8-20) que se dejan alcanzar dócilmente por el esplendor de la Palabra, en una noche de vigilia (o vela). Sin embargo una antigua tradición judaica consideraba que «ninguna condición de vida era tan despreciada en el mundo, como la de los pastores». Es significativo el hecho, que el juicio negativo del tiempo sobre los pastores no haya sido absorbido por el Nuevo Testamento. De hecho, la fidelidad de los pastores a su trabajo, es descripta por el evangelista Lucas con los mismos colores usados para hablar de la Madre de Dios, que conservaba todo en su corazón: «Hacían guardia (phyllasontes aquellos que custodian con la propia vida), vigilando en la noche». Como María, también los pastores son considerados maestros del custodiar (cfr. Lc 2,8; 11,28).

He aquí parte de la familia de Jesús: no los que con soberbia velada usan la Palabra hasta llegar a hacerla “objeto” de meditación o de investigación especulativa. Sino aquellos que en la profunda humildad del corazón se dejan plasmar y guiar por la Palabra considerada “sujeto” principal de la acción, estrella de la existencia.

Francesca Pratillo, fsp


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