III Domingo de Cuaresma de 2023

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  Sin ser destructivo  

En el cálido silencio de mediodía una mujer, sola, se desliza hacia un pozo; lugar bíblico de los encuentros, de amor pero para ella, por ahora, solo un buen espacio para llenar un cántaro.

Mejor ir sola al pozo. Y esperar no encontrarse con nadie. Pero  lo inesperado está presente, justo en el corazón de la soledad, del desconcierto, siempre en el corazón de la vida que acontece. Y el Inesperado es un hombre cansado y solitario. Un hombre cansado y solo no da miedo. Y entonces tiene los ojos buenos, y luego, cuando decide comenzar a hablar, elige una petición, un deseo que descansa sobre un lino de palabras dulces como la miel, el sonido de la voz del Inesperado da escalofríos. Dame de beber pide el hombre a la mujer.

Y nosotras, como la mujer samaritana, no lo esperábamos pero comprendemos, en ese momento, que esa era la única petición que estábamos esperando, ese hilo de palabras delicadas para acariciar cada parte de nosotros, para reconocer en cada rincón de nuestra vida que nosotros, todavía, podemos ser agua buena para alguien.

El hombre del pozo no cuenta los errores, no cuenta el agua desperdiciada en el pasado, no le importa cuántos han bebido ya, el hombre cansado y sediento del pozo sólo quiere que sintamos que aún somos capaces de aportar agua a la vida.

¿Puedo bajar a buscar agua? Esto es lo que pide Jesús. ¿Puedo penetrar en tu vida? Adivinador delicado, amante tierno, amigo confiable.

Padre Alessandro Deho'alessandrodeho.com


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