IV Domingo de Cuaresma 2023

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  Vedere cecità  

Ese hombre es una provocación. Está sentado al borde del camino, ciego y mendigo y terriblemente vivo, tan vivo que traspasa nuestra mirada, tan vivo que nos obliga a una respuesta, tan vivo que duele. ¿Por qué es así?

Jesús, sin embargo, no lo mira así, a él, al ciego. Primero lo busca y luego lo acaricia con los ojos, y no habla de culpables, Jesús nunca se preocupa de los culpables.

Jesús mira a ese hombre y no ve el fruto de la culpa, sino la posibilidad de una manifestación. Que es lo único que realmente importa en la vida. Jesús no busca culpables sino que encuentra en todas partes la posibilidad de una buena humanidad, incluso en el sufrimiento, incluso en la enfermedad que de cualquier caso sigue siendo dolorosa y que no será nunca el destino último del hombre.

El ciego ya no es ciego y ya no mendiga más, ahora camina y habla de Jesús. Sus amigos ya no lo reconocen más. Porque algo ha roto la trama de la realidad.

Si no es más ciego. Si no es más mendigo, ¿Qué es? Parecen preguntas triviales pero la pregunta es seria y profunda, si pudiéramos eliminar todas las visiones esquemáticas que los demás tienen de nosotros, si desaparecieran los roles y las apariencias, si se desvanecieran las ilusiones que vendemos a los demás para que nos acepten ¿Qué quedaría de nosotros?

¿Quiénes somos nosotros aparte del lugar que el mundo nos ha asignado?

Padre Alessandro Deho'alessandrodeho.com


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