Cuatro domingo di Cuaresma 2022

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 …Le corrió al encuentro  

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio, tuvo compasión, corrió a su encuentro, se le echó al cuello y lo besó. El hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el Cielo y ante ti; no soy digno de ser llamado tu hijo». Pero el padre dijo a los sirvientes: «Rápido, traigan el vestido más hermoso y vístanlo, pónganle el anillo en el dedo y sandalias en los pies. Cojan el ternero cebado, mátenlo, comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mio estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo he encontrado». Y comenzaron a hacer fiesta. El hijo mayor se encontraba en los campos. A su regreso, cuando estaba cerca de casa, oyó la música y los bailes; llamó a uno de sus criados y le preguntó qué significaba todo aquello. El criado le respondió: «Tu hermano está aquí y tu padre ha hecho matar el ternero cebado, porque ha vuelto sano y salvo». El se indignó, y no quería entrar. Su padre entonces salió a suplicarle.  (Lc 15,20-28)

Dios te espera,
Dios un padre que escruta el horizonte
esperando el regreso del hijo ingrato.
Al verlo, tiene compasión, sale corriendo de casa para
ir a su encuentro,
para acortar las distancias, para quitarle el cansancio del último trecho.
Cuando lo alcanza, le echa los brazos al cuello y lo besa,
feliz por este hijo reencontrado, sin sombra de recriminación o de juicio.
Dios es así: pronto al perdón, dispuesto a acogernos siempre, y a hacer fiesta por nosotros.
Un amor que nos sana de las fugas que siempre emprendemos,
Que nos llevan a tierras inhóspitas, donde se muere de hambre.
Un amor que va al encuentro también de la dureza del hermano mayor,
que pretende « ganar » con sus méritos la condición de hijo.

Abbà Padre
te llamo con el nombre que te llamaba Jesús,
pidiéndole la ternura infinita por ti.
Te invoco, Abbá Padre, en el don del Espíritu,
que he recibido para no tener miedo,
para no huir más de tu presencia.
Guardo en el corazón tu palabra, Padre,
hoy, mañana y siempre, porque quiero sumergirme
en tu paternidad misericordiosa e infinita. Amén.

Tomado del libro El Evangelio se hace camino de Roberta Vinerba, Paulinas


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