Servir en su ejército

Sor Ghazia Akbar

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Mi nombre es Ghazia Akbar y soy de Pakistán. Soy cristiana, católica y religiosa entre las Hijas de San Pablo. Mis padres, cuyo amor he recibido desde niña y del cual incluso hoy gozo son devotos y católicos fieles. Somos siete hijos: cuatro hermanos y tres hermanas. Mi familia vive al interno del edificio de la parroquia.

Mi vocación se remite a 1999, cuando un grupo de Paulinas llegaron a la parroquia para realizar una misión con la visita a las familias. Mi padre, como era su costumbre con todos los religiosos de paso, ha invitado a las hermanas a unirse a nuestra familia para compartir juntos una comida. Yo apenas había terminado los estudios secundarios y estaba ansiosa ante la espera de ser llamada para un coloquio de admisión en el Ejército. De hecho mi gran deseo era el de poder hacer carrera en el Ejército Nacional.

Las hermanas se han fijado en mí, en mi edad y en mi situación y me han invitado a participar a su vida en comunidad, pero yo no tenía ningún deseo de ser religiosa. Mi aspiración era la de entrar en el Ejército y no en un convento. Quería ser un soldado y no una religiosa y, por este motivo, no respondí a su invitación.

Trascurrido aproximadamente un mes de aquel encuentro, recibí un llamado telefónico de la dirección del Ejército que me solicitaba presentarme para una entrevista. He ido y, al término del coloquio, me han dado algunos subsidios (libros y CD), sobre los cuales prepararme para los exámenes. Regresé a casa muy feliz porque mi sueño comenzaba a realizarse. No sabía que esta emoción duraría poco. De hecho, llegando a casa, recibí otro llamado de una hermana paulina de nombre Shamim, que me invitaba a participar a un programa llamado Come and see (Ven y verás) a su casa. Su llamada no me agradó y no quería ir, pero mi padre me animó a participar.

La experiencia se ha manifestado fantástica. Me permitió conocer la vida del Fundador, el Beato Alberione, de la cofundadora Tecla Merlo, y la misión de las Hijas de San Pablo en el mundo. He tenido también la posibilidad de experimentar la vida fraterna, constatar el amor y la comprensión que existía entre las hermanas, gozar de su alegría y espontaneidad. Después de esta increíble experiencia, tenía necesidad de reflexionar y por esto, mientras tomaba un tiempo de discernimiento, he continuado los estudios por dos años manteniéndome siempre en contacto con ellas. Después de haber terminado los estudios universitarios, decidí entrar en la Congregación, el 20 de agosto de 2002.

La Congregación se ha convertido así en mi casa; mis superioras, muy decididas y delicadas al mismo tiempo, se han convertido en familiares como mis padres, y las hermanas, mis hermanas. Desde entonces he experimentado una abundancia de alegría y felicidad, así como he vivido en mi familia de origen. A lo mejor he dado la impresión de no haber tenido problemas en mi vocación, pero también yo he tenido mi parte de pruebas y, aún hoy, existen pruebas y dificultades.

Pero el Señor de la viña siempre ha estado gentil y delicado conmigo, no ha permitido que yo vagabundeara en busca de espacios vacíos de significados. Bajo la guía del Espíritu Santo, cuyos caminos están más allá de toda humana comprensión, hoy estoy convencida de haber hecho la elección justa, si bien mi primer deseo era aquel de servir a la Patria en el Ejército.

El Señor me ha llamado a vivir y anunciar a Jesucristo Camino, Verdad y Vida en el mundo de la comunicación. Un don del cual estaré siempre agradecida a Él y a las Hijas de San Pablo. Ahora, mientras miro hacia atrás mi vida religiosa, me siento grandemente feliz por el privilegio que Dios me ha concedido de poderlo servir en su ejército.

Ghazia Akbar, fsp