Queridas hermanas y jóvenes en formación:
Adorando al tierno Niño Jesús acostado en el pesebre, cantemos junto con los ángeles un canto lleno de alegría y júbilo: “Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis.”
El Verbo se ha hecho carne y habita entre nosotras. La Palabra viva entra en nuestra vida cotidiana y transforma toda nuestra existencia en su morada. Viene a nosotras frágil y vulnerable para que podamos acoger y abrazar nuestras mutuas fragilidades como un don. Está con nosotras para que, sanadas por su Palabra, nos convirtamos en semillas de paz que traen reconciliación y comunión. Está con nosotras para que, alimentadas y transformadas por Él, Pan de vida, nos convirtamos en madres que generan vida para el mundo.
Damos gracias al “Emmanuel”, Dios con nosotras, y pedimos las gracias necesarias para que su voluntad se cumpla plenamente en nosotras. Recordamos lo que el Fundador, el Beato Santiago Alberione, nos dijo en la Navidad de 1961 ante el misterio de Dios encarnado, indicándonos qué gracias debemos pedir las Hijas de San Pablo y con qué intención debemos vivir nuestra vocación paulina.
El gran don que debemos pedir en Navidad es este: la buena voluntad.
El Hijo de Dios se encarnó para la gloria del Señor, del Padre celestial, para glorificarlo y para llevar la paz, es decir, la gracia, a los hombres. Pero esta gracia exige que haya personas de buena voluntad, es decir, que queramos amar verdaderamente al Señor, que queramos hacernos santas, que formemos un hermoso ideal de santidad, un hermoso ideal de imitación de Jesucristo, es más, de una vida establecida en Cristo. Este ideal, sentido con fuerza, servirá para despertar en nosotras la buena voluntad.
Recordando las palabras del Fundador, llevemos cada día en nuestro corazón buenas intenciones y vivamos buscando “el bien” de todos. Nos convertimos en canales para transmitir la luz y la bendición de Dios a nuestro prójimo que ha perdido el sentido de la vida y se encuentra a tientas en la oscuridad.
Al depositar nuestra esperanza en el amor de Cristo que vive en nosotras y conformarnos a Él cada día, vivimos con alegría esta hermosa vocación como Hijas de San Pablo, un don gratuito que se nos ha dado.
Aprovecho esta ocasión para compartir mis intenciones de oración e invitarlas a orar por las vocaciones: por la vocación de nosotras, Hijas de San Pablo, por la vocación de los miembros de la Familia Paulina, y pidamos nuevas vocaciones para la Iglesia y la Familia Paulina.
Feliz Navidad y próspero Año Nuevo, queridas hermanas, también en nombre de las hermanas del Gobierno general. Felicidades a los hermanos y hermanas de la Familia Paulina, a sus familias, colaboradores, amigos, benefactores y a todos los que colaboran con nosotras en la evangelización.
Con gran afecto, en comunión de alegría y esperanza.
Hna. Mari Lucia Kim
y Hermanas del Gobierno general

