El silencio de María un lenguaje de eternidad

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Diap. 1
Más que hablar de la Virgen deberíamos unirnos en torno a Ella en silencio, para que nos introduzca en el misterio de Dios, en el misterio del silencio. Cuando sufrimos las soledades inexpresables que no pueden ser comunicadas a nadie y nos ponemos mudos ante Dios, en el fondo participamos del misterio del silencio.
Diap. 2
Estar en silencio es simplemente acoger el don de una Presencia, escuchar contemplando a Alguien que nos habla con lenguaje de eternidad.
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Madre de Jesucristo, yo no vengo a orar. No tengo nada que ofrecerte y nada que preguntarte. Madre, vengo solamente a contemplarte.
Estar junto a ti, María, ahí, donde estás tú. No decir nada, cantar sólo porque el corazón está lleno…
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Porque tú eres bella, eres inmaculada, porque eres la Madre de Jesucristo…
Porque tú eres la mujer, cuya mirada va directo al corazón y hace brotar las lágrimas contenidas.
Simplemente porque tú existes, Madre de Jesucristo, te agradecemos.
Diap. 5
DEL EVANGELIO DE LUCAS
Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. El nombre de la Virgen era MarÍa.
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«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nom-bre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo.
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«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez…,  porque no hay nada imposible para Dios».
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Dijo María:
Diap. 9
«Yo soy la sierva del Señor, hágase en mí, según tu Palabra»
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He aquí el momento maravilloso en el que se unen el cielo y la tierra, en el silencio, sin clamor.
Cómo es diverso el silencio del aislamiento, o sea de una soledad que es separación, del silencio que en cambio es:
Intimidad de amor, de comunión profunda de ser inefable.
de no poder ser dicha con ninguna palabra del lenguaje humano.
Diap. 11
Es el silencio de María. Silencio que se irradia en el corazón de la Iglesia y de cada creyente, como un buen perfume o como un eco del canto que llega desde la otra orilla.
Diap. 12
(Canto mariano sobre el silencio)
 
Diap. 13
1° SOLISTA
Santa María, mujer del silencio, llévanos de nuevo a las fuentes de la paz.
Libéranos del asedio de las palabras. De las nuestras, en primer lugar. Pero también de las de los otros. Santa Maria, mujer del silencio, admítenos a tu escuela. Tennos alejados de los ruidos. Restitúyenos el gusto de la contemplación. Persuádenos que sólo en el silencio maduran las cosas grandes de la vida: la conversión, el amor, el sacrificio, la muerte
2° SOLISTA
Otra cosa queremos pedirte, dulce Madre. Tú que experimentaste el silencio de Dios, no te alejes de nuestro lado en la hora de la prueba. Cuando el cielo no responde a nuestro grito, y el temor del abandono corre el riesgo de hacernos desesperar, permanece a nuestro lado.
En este momento rompe también el silencio para decirnos palabras de amor.
(Tonino Bello, María, mujer de nuestros días)
 
Diap. 14
Mientras recorres la vida
tú nunca solo estás;
contigo por el camino
Santa María va.
Rit. Ven con nosotros al caminar,.
      Santa Maria, ven.
Ven con nosotros al caminar,
     Santa Maria, ven.
Aunque parezcan tus pasos
inútil caminar,
tú vas haciendo camino,
otros lo seguirán.
Rit. Ven con nosotros al caminar,.
      Santa Maria, ven.
Ven con nosotros al caminar,
     Santa Maria, ven.
(J. A. Espinosa)
Diap. 15
“El que posee la Palabra del Señor puede escuchar también su silencio. El con su Palabra obra en nosotros, con su silencio hará que nos conozcamos».
(S. Ignacio de Antioquía)
Pensemos en el silencio de la Virgen María. El silencio es una cualidad de su ser y de su naturaleza. No habla de si, porque todo en Ella habla de Dios.
Diap. 16
Mi alma glorifica a Maria
(Santiago Alberione)
Mi alma glorifica a María
y mi espíritu exulta
en mi Madre, Reina y Maestra.
Porque Dios miró la humildad de su sierva
y por esto los ángeles y los hombres
la llaman beata.
Porque grandes cosas ha hecho
en ella el Omnipotente
La hace Inmaculada, Virgen,
Madre y Asunta al cielo.
La misericordia de María se extiende
de una a otra generación,
sobre aquellos que la aman y la buscan.
Diap. 17
La potencia, la sabiduría y el amor de María
salvan a los que son humildes en su corazón.
Atrae a sí a todos los que la contemplan
y siguen sus enseñanzas.
Sacia de bienes a los hambrientos,
a los ciegos da la luz del corazón.
Da al mundo a Jesús Maestro
que es el fruto bendito de su vientre.
Él es para nosotros sabiduría de Dios
Justicia, santificación y redención
para siempre.
Amén.
Diap. 18
El Señor nos conceda
el silencio y la atención del amor,
la capacidad de acoger la Palabra,
y la fuerza que viene del silencio
para poner todo nuestro ser
al servicio de la Palabra de vida.
El Señor nos conceda aquel silencio
que es el eco de su Palabra,
y que debe llenar todo el espacio
de nuestro ser libre, de nuestro yo.
Diap. 19
¡Amén!.
(a cura di sr. Wladyslawa Zasiura, fsp)

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