2º domingo de Adviento 2010

Está cerca el reino de los cielos

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El Adviento se caracteriza por “presencias” luminosas que como faros en la noche indican el camino hacia Aquel que viene.

En el segundo domingo encontramos la voz de Juan el Bautista, el testigo de la Luz. Una voz decidida, convencida y profunda, portadora de un anuncio profético que habla al corazón con el tono de urgencia: “¡Prepárense a un gran evento! El Cielo se ha acercado a la terra, el Reino del amor ha abierto sus puertas. Dios mismo ha elegido revelar a los hombres la belleza de su rostro, mandando como Rey a su único Hijo”.

Juan, conduciéndonos más allá del imperio de turno, nos invita a acoger la lógica misteriosa de un Rey que se hace siervo de todos, pobre, manso, humilde y misericordioso.

“¡Conviértanse, porque está llegando el Reino de los cielos!” (Mt 3,2).

Es la invitación más seria del Evangelio. Todos estamos llamados a elegir o con Él o contra Él. El Adviento es el tiempo oportuno para meditar sobre nuestras opciones cotidianas y sobre cuanto éstas sean o no propias del Reino de los cielos. Pero vivir según el Evangelio del Reino, es imposible hacerlo sólo con nuestras fuerzas humanas. Por esto el Precursor nos manda preparar el camino al Señor, nos lleva al desierto, lugar de renacimiento.

El desierto purifica el corazón, haciéndolo capaz de escucha. Una escucha que abre a la experiencia de Dios y a la novedad del Espíritu. Pero, podemos preguntarnos ¿por qué en el desierto? En el desierto el hombre aprende a dialogar con Dios, aprende a pedir la liberación de su autosuficiencia, aprende a orar.

En la oración Dios se acerca y con amor nos revela nuestra identidad real. Juan anuncia la más grande verdad de la historia: no es el hombre quien se ha acercado a Dios, sino que es Dios, que en Jesús se ha hecho eternamente cercano al hombre.

 

Oración

Señor Jesús danos la valentía y la radicalidad de Juan el Bautista
a fin que, purificados por del silencio del desierto,
podamos llegar a ser capaces de escuchar
la única Palabra que hace profeta del Reino
por los caminos del mundo. Amén.


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