Chile
Un testimonio desde Santiago

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Recibimos y presentamos las noticias recibidas desde Chile, donde las Hijas de San Pablo están presentes en Santiago, Concepción, Valparaíso, Antofagasta. Nos unimos a ellas en la oración por el dolor de este pueblo tan probado por el terremoto y el tsunami.
??No hemos podido comunicar antes por la falta de corriente eléctrica y de teléfono, también de móviles. Las noticias que habéis recibido a través de los periódicos y la televisión se acercan mucho a la realidad. Pero no conocemos todavía exactamente la categoría del desastre causado por el terremoto y del consiguiente tsunami, por la imposibilidad de llegar a las numerosas zonas devastadas en la inmensa costa Chilena en el Pacífico. En algunos lugares, como en la isla de Pascua y Juan Fernández, las olas han llegado hasta los 15 metros. Hasta ahora los muertos son más de 700, pero la lista está destinada a crecer por las intensas mareas que ha habido en las costas que en este tiempo acogen muchos veraneantes. Es incalculable el número de desaparecidos.

El transporte aéreo esta parado, así como el transporte público. Los supermercados están cerrados a causa de los saqueos. No hay combustible. Y en algunas ciudades continúan los apagones eléctricos.

No se explica el retraso y la lentitud burocrática para socorrer a la gente; y no se comprende por qué se ha tardado tanto en mandar al ejercito para el servicio de seguridad y ayudas humanitarias? Todo marcha muy lentamente.

Este terremoto es uno de los más fuertes de los últimos cincuenta años. El miedo ha sido grande: para las hermanas que han vivido experiencias parecidas y para aquéllas que no las habían experimentado todavía. Tres minutos interminables, con la casa moviéndose en forma de ola. Una experiencia increíble. En Santiago se encuentran la mayoría de las hermanas mayores que ya habían vivido la experiencia del terremoto. Al miedo se une la preocupación por la suerte de los familiares, con los que todavía no se ha logrado comunicar por el corte de las líneas de teléfono. Dos hermanas se encuentran de vacaciones con su familia, y hasta ahora no hemos logrado comunicarnos con ellas.

Las sacudidas de asentamiento se suceden cada diez minutos más o menos, por esto vivimos en constante tensión. Ayer han sido más de cien. Y sabemos que esta situación se prolongará más o menos por dos meses. Estamos rezando mucho juntas. Estamos en las manos del Señor.
Gracias a todas por la oración y el recuerdo.