En Juba, la pequeña comunidad de las Hijas de San Pablo, vive junto a la gente del lugar la precaria situación de Sudán del Sur, que sólo pocos años atrás, después de décadas de guerra civil, celebró la alegría de su independencia. Si aquella externa ha sido posible, la independencia interna es mucho más fatigosa.
Hoy, a pesar del clima de esperanza que se respira entre la población, la situación de Sudán del Sur está lejos de ser confortante. Según la ONU, miles de personas han abandonado sus casas y muchísimos prófugos han encontrado refugio en el campo de las Naciones Unidas de Tomping, en Juba. En esta realidad, las Paulinas trabajan por la paz y la reconciliación, ofreciendo su servicio en todos los campos.
Desde el servicio apostólico en favor de la cultura y del Evangelio desarrollado desde la librería, a los programas de radio; desde la propuesta formativa y catequística y las visitas a los refugiados en los campos de las Naciones Unidas, hasta la ayuda concreta para las necesidades de las personas más necesitadas.
El Arzobispo es muy agradecido por la presencia de las Hijas de San Pablo de Juba, que han decidido quedarse después de todo, ampliando considerablemente el espacio de su corazón y de su misión en favor del pueblo de Sudán del Sur.







