Natividad del Señor 2020

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Hacer presente a Dios en el mundo

Lucas 2,1-14

 

Qué es la Navidad para nosotros si no una renovada consciencia de llegar a ser siempre más uno con la divinidad que nos habita y por lo tanto nos habilita para hacer presente a Dios en el mundo, para encarnar a Dios.

Celebramos la Navidad en la medida en que muestra vida se convierte en sacramento del Dios que se ha dilatado en nosotros, y desde el momento en que ponemos en juego la vida nacida, surgida de esta unión: energías positivas capaces de impregnar la historia, luz capaz de transfigurar el presente, la libertad, la inteligencia, la confianza, la esperanza, la capacidad de querer y de hacer el bien.

Viviremos la Navidad en la medida en que, como hombres y mujeres transfigurados por el Dios en nosotros, nos convertimos en constructores de paz, cuando contrarrestamos el mal con el bien, cuando levantamos a quien está postrado en el polvo, cuando acogemos a los rechazados por los pueblos, cuando no hacemos de los límites, de las fragilidades y los defectos de los demás un pretexto para la violencia o separación, sino una posibilidad de abrazar, perdonar y ocasión para renacer.

Solo entonces podremos cantar en la noche santa: Gloria a Dios en el alto de los cielos y paz en la tierra a la hombres de buena voluntad.

Tomado de las homilías de padre Paolo Scquizzato


¡Vengan, cantemos al Señor,
aclamemos a la roca que nos salva!
Sal 95,1

 


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