Fe como descubrimiento

Francesca Pratillo, fsp

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El beato Santiago Alberione, dirigiéndose a la Familia Paulina, evidencia la acción eficaz de la fe con estas palabras: «Por la fe en la Providencia se descubre que Dios tiene cuidado de las cosas grandes y pequeñas». La fe hace descubrir la belleza del amor infinito de Dios que se toma el cuidado de sus criaturas con inmensa ternura.

Se trata de entrar en el corazón del mensaje evangélico. Jesús nos revela un Dios muy cercano y totalmente involucrado en las actividades humanas. Esta verdad libera el corazón de la preocupación por el futuro. El afán por el futuro es la consecuencia de la actitud existencial de quien quiere planificar y controlar todo como si todo dependiese de él. El futuro está en las manos de un Padre que tiene cuidado de las cosas grandes y pequeñas. «Fíjense en las aves; ni siembran ni cosechan, ni guardan en graneros, y sin embargo el Padre Celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?» (Mt 6,26).

“Fíjense”: es un imperativo que dice cuánto es necesario “fijarnos con particular atención en la realidad”, “fijar la mirada al interior. El verbo en su significado original revela el cuidado de quien está invitado a observar sin dejarse escapar nada. Jesús, dejándose guiar por la inspiración sapiencial dedica amplio espacio al valor y a la experiencia, teniendo viva la conciencia de la relación entre Dios y el mundo. Dios cuida a todos, también a las aves despreocupadas e indefensas.

¿Cuántas veces el beato Alberione, colocando la oración en el centro de todo, ha iluminado cada realidad apostólica con una verdad liberadora: nada vale lo que se hace con el afán de quienes no confían. La fe es la que nos hace descubrir que la mirada providente de Dios Padre se posa cotidianamente en la vida de sus hijos. Dios está atento a lo que hace humanamente visible y agradable la vida. Él sabe que esto no es algo accesorio, y lo provee, esto puede y debe crear una vida de fe libre y gratuita.

De la observación atenta de la naturaleza, el discípulo de Jesús está invitado a encontrar una respuesta a la ansiedad que agita las aguas de su vida. Tanto las aves como los lirios no son modelos, sino testigos del inmenso cuidado que el Creador tiene respecto a ellos. Lo que es necesario recordar es que el Padre celestial los alimenta». En el mundo bíblico, la experiencia de un Dios que alimenta y tiene cuidado se conoce como “compañía en la dificultad”, apoyo en el desierto de las pruebas. El Padre providente está atento a la historia de sus hijos porque los hombres cuentan más que los pájaros y las flores.

El énfasis puesto sobre el valor más alto del hombre respecto a los animales, mira a convencer a cada persona del cuidado especial de Dios. Ninguno de nosotros puede añadir un solo instante a su vida.


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