Las nuevas tecnologías han aportado numerosos cambios en la vida cotidiana de los individuos, de alguna manera ayudan a la tarea de todos los días, sensibilizan la opinión pública sobre aspectos relevantes y por otras provocan serios riesgos para la salud, sobre todo de los más jóvenes.
Un estudio reciente de la Gsma (Asociación Internacional de los Operadores de Telefonía Móvil) ha evidenciado que el 69% de los niños europeos y japoneses poseen un Smartphone que, inevitablemente, tiene acceso a internet y a numerosas aplicaciones atractivas que exponen a los más vulnerables a mensajes a menudo no adecuados. Para complicar más las cosas, la falta de diálogo entre hijos y padres, y aquellos que deberían ser los enseñantes de un padre y de una madre, se convierten en influjos digitales irradiados desde un contenedor de informaciones, por lo cual los jóvenes no siempre tienen a mano los instrumentos adecuados para comprender los riesgos a los cuales se exponen.

