«En un mundo donde la religión a menudo se utiliza como herramienta política, la labor de Cáritas demuestra que aún puede desempeñar un papel importante en la protección de la dignidad humana más allá de las fronteras, mediante esfuerzos serios en áreas específicas de dificultad». Con esta motivación, Caritas International recibió el 7 de junio el cuarto Premio a la Dignidad Humana, patrocinado por la Universidad Católica Nanzan de Nagoya. El card. Tarcisio Isao Kikuchi, Arzobispo de Tokio, de 66 años, también Presidente de la red mundial Caritas, recibió el premio, recordando los orígenes misioneros de la organización, su desarrollo en 162 oficinas nacionales y su labor en emergencias actuales, como Gaza, Ucrania y Myanmar.
El card. Kikuchi afirmó que aceptaba el premio en nombre de todos los que participan en la labor de Cáritas en todo el mundo. También explicó que el Premio a la Dignidad Humana de este año no está dedicado a una mera “institución”. Sino a un mandato que abarca más de siete décadas y ha llegado a todos los continentes y tocado la vida de millones de personas. Un servicio, por tanto, que, antes que un trabajo, es ante todo una misión arraigada en la convicción de que toda persona, independientemente de su origen o circunstancias, está imbuida de una dignidad sagrada e inviolable.

