«La rosa es sin por qué: florece porque florece, no se preocupa de sí misma, no pregunta por qué tú la miras» (El peregrino Querúbico I, 289). Recorriendo el camino de la vocación me ha venido en mente esta frase. El Señor hizo florecer mi vocación. Mi vocación es sin un por qué: vuelve a… Leer más »
