Con la publicación del mensaje anual para la Jornada Misionera Mundial (24 de octubre), Benedicto XVI presenta una reflexión capaz de comunicar la alegría del servicio gratuito y necesario presente en la tarea misionera: “En una sociedad multiétnica que experimenta cada vez más formas de soledad y de indiferencia preocupante”, estamos llamados a “ofrecer signos de esperanza y a llegar a ser hermanos universales, cultivando los grandes ideales que transforman la historia y, sin falsas ilusiones o miedos inútiles, comprometernos a hacer del planeta la casa de todos los pueblos”.
Porque los hombres de nuestro tiempo tienen necesidad de “ver a Jesús”, y todos los bautizados están llamados a realizar esta urgencia.
Al final de su mensaje el Papa presenta su agradecimiento especial a todos los misioneros y misioneras “que en los lugares más lejanos y difíciles con frecuencia testimonian también con la vida, la venida del Reino de Dios”, subrayando que gracias a ellos están representadas “las vanguardias del anuncio del Evangelio” y a ellos “va la amistad, la cercanía y el apoyo de cada creyente”.
Un agradecimiento que transmitimos a todas las Hijas de San Pablo, misioneras en el mundo.
