El 26 de marzo de 1967 ha sido publicada la Populorum progressio, encíclica de Paulo VI que invita a romper el perverso espiral, por el cual los pueblos ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres más pobres. Cincuenta años después, este documento conserva aún toda su actualidad y puede ser considerada la declaración programática de la misión de la Iglesia en la era de la globalización. La cuestión social, con la Populorum progressio adquiere una dimensión mundial. El servicio al hombre se convierte en una misión que la Iglesia, fiel al Evangelio, no puede pasar por alto. El desarrollo integral de cada hombre y de todos los hombres es el nombre nuevo de la paz.
La sabiduría que emana de sus enseñanzas guía aún hoy el pensamiento y la acción de cuantos quieren construir la civilización del “humanismo pleno”. Los contenidos de tal humanismo tienen necesidad de ser vividos y testimoniados, formulados y transmitidos, en un proceso educativo centrado en la investigación propuesta por la investigación y la solidaridad en un mundo marcado por muchas diferencias, atravesado por distintas visiones de bienestar, caracterizadas por la coexistencia de diferentes credos y horizontes morales.