Hacia el Sínodo de los jóvenes: La escucha pasa desde la red

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La cita se acerca. La XV Asamblea general del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2018, verá en primera línea a todos los jóvenes del mundo.

La Iglesia se pone en “escucha” de las nuevas generaciones. Un Sínodo sobre los jóvenes, pero que en las intenciones reveladas por el Papa Francisco al anunciarlo, quiere sobretodo ser una cita de los jóvenes. Ellos son el centro de atención – escribe el Papa – porque «los llevo en el corazón».

Por esto la Iglesia pretende involucrarlos como protagonistas y sobretodo, convocándolos, del 9 al 24 de marzo de 2018, para reunirse con ellos y darles espacio para que expresen sus expectativas y deseos, las incertidumbres y las preocupaciones en los complejos acontecimientos del mundo de hoy. Una oportunidad que enriquecerá la fase de consulta que ya comenzó con la publicación del Documento Preparatorio y el relativo Cuestionario. Un año, por tanto en escucha de la voz, de la fe, las dudas y las críticas de los jóvenes. De todos, incluso de los más alejados de la Iglesia porque los sueños y el futuro no dejan fuera a ninguno. A la búsqueda de “campo” para sintonizar sus frecuencias, conectarse en sus espacios, encontrarse en el respiro de un post, en el segundo de una selfie…

Un Sínodo que pretende ser “interactivo” en estrategias y canales para informar, compartir, proyectar, escuchar y celebrar. Durante meses, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos ha abierto un canal online en varios idiomas, el sitio youth.synod2018.va con «La intención de promover una participación más amplia de todos los jóvenes del mundo, no solo recibiendo información sobre el evento sinodal, sino también interactuando y participando en el camino de preparación».

Un año en el que estamos invitados a abrirnos, a pensar caminos nuevos, a caminar juntos, a intercambiar las dudas, las críticas, las esperanzas… en relación a una Iglesia que parece a veces demasiado distante del mundo incierto y líquido en el cual nuestras jóvenes y nuestros jóvenes viven las relaciones, construyen su propia identidad y proyectan su vida..

Me parece interesante, dejarnos provocar por algunas expresiones de Papa Francisco en el encuentro con los Obispos de Brasil, en el Arzobispado de Río de Janeiro, el 27 de julio de 2013, durante la Jornada Mundial de la Juventud.

«Es el misterio difícil de quien abandona la Iglesia; de personas que, tras haberse dejado seducir por otras propuestas, creen que la Iglesia – su Jerusalén – ya no puede ofrecer algo significativo e importante. Y, entonces, van solos por el camino con su propia desilusión. Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus inquietudes, quizás demasiado fría en comparación a ellos, demasiado autorreferencial, quizás prisionera de su propio lenguaje rígido, quizás; tal vez el mundo parece haber convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta. El hecho es que actualmente hay muchos como los dos discípulos de Emaús; no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios, tanto en la teoría como en la práctica.

Ante esta situación, ¿qué hacer?

Sirve una Iglesia que no tenga miedo a entrar en la noche de ellos. Necesitamos una Iglesia capaz de encontrarlos en su camino. Necesitamos una Iglesia capaz de entrar en su conversación. Necesitamos una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos que, huyendo de Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la decepción de un cristianismo considerado ya terreno estéril, infecundo e incapaz para generar sentido […].

Ante este panorama hace falta una Iglesia capaz de acompañar, de ir más allá del mero escuchar; una Iglesia que acompañe en el camino poniéndose en marcha con la gente; una Iglesia que pueda descifrar esa noche que entraña la fuga de Jerusalén de tantos hermanos y hermanas; una Iglesia que se dé cuenta de que las razones por las que hay gente que se aleja, contienen ya en sí mismas también los motivos para un posible retorno, pero es necesario saber leer el todo con valentía. Jesús le dio calor al corazón de los discípulos de Emaús.

Quisiera que todos nos peguntáramos hoy: ¿Somos aún una Iglesia capaz de inflamar el corazón? ¿Una Iglesia que pueda hacer volver a Jerusalén? ¿De acompañar a casa? En Jerusalén residen nuestras fuentes: Escritura, catequesis, sacramentos, comunidad, la amistad del Señor, María y los Apóstoles… ¿Somos capaces todavía de presentar estas fuentes, de modo que se despierte la fascinación por su belleza?1

La palabra es una apelación que requiere una movilización del ser y una tensión hacia los demás:

El modo en que nos realizamos en cuanto personas nos manda a la capacidad de dirigirnos a los demás (y recibir de ellos) una palabra propia. Aquí está la paradoja, en la necesidad que tenemos de construir nuestra personalidad, nuestra individualidad en cuanto personas, a través del juego de la palabra intercambiada. La palabra, por lo tanto, es esencialmente un intermediario entre mí y yo, entre yo y el mundo, entre el mundo y yo. Este es su propósito. El significado de cualquier palabra es llevarnos a lo humano2.

La palabra y la escucha son, por tanto, relacionales: la presencia del otro implica la apertura del espacio de interrogación. La comunicación está vinculada a un rebote de preguntas que hacen que la escucha no sea una dimensión de pasividad, sino una aptitud para dejarse invadir, incomodar desde la pregunta: quién pide, pregunta, está ofreciendo la oportunidad de responder, está iniciando un diálogo, poniéndose en una disponibilidad afectiva.

Los adolescentes de hoy han crecido junto a Internet, siempre en contacto, ver y escuchar aquello que quieren y cuando lo desean. Se cuentan a través de video de YouTube, las historias y las fotos en Instagram, los post y los link en Facebook, los mensajes en Snapchat y las conversaciones por Whatsapp.

Ellos escriben y publican sus historias y romances en Wattpad. La social media, para ellos, son espacios para ser actualizados sobre lo que está sucediendo en el mundo, entornos en los que contar y contarse, para enojarse y comprometerse, para confrontarse y dialogar, para participar y estar.

Para Paulo Freire, la palabra es más que una simple herramienta que pone en relación; la palabra es reflexión, porque «no existe palabra autentica que no sea praxis. Por lo tanto, pronunciar la palabra autentica, significa trasformar el mundo».

Pero estas son historias del próximo número.

Maria Antonia Chinello, FMA


1 http://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2013/july/documents/papa-francesco_20130727_gmg-episcopato-brasile.html

2 Cf Barcellona Pietro, La parola perduta. Tra polis greca e cyberspazio, Bari, Edizioni Dedalo 2007. Del mismo autor también Elogio del discorso inutile. La parola gratuita, Bari, Edizioni Dedalo 2010.


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